Marisco en el Tribunal

jueves, 23 de junio de 2011

Peter Wade. (de la Rev. Banrepública)

Peter Wade is Professor of Social Anthropology, School of Social Sciences, University of Manchester.

Libros interesantes de Peter Wade:


Introducción

En este ensayo, se examina el Chocó como una región con una historia, posición económica y cultura que han sido marcadas por la presencia de una nutrida población negra, que aunque aislada en muchos sentidos, ha vivido siempre en el contexto de una nación que la ha explotado y despreciado. Primero, se presentan unos datos históricos y una breve relación de la economía chocoana, para crear un fondo contra el cual examinar las pautas culturales del Chocó.

El fondo histórico

Para un entendimiento del Chocó y la cultura negra chocoana es necesario hacer una breve relación de la historia del Chocó como región negra, remontándose a la época colonial y siguiendo las fortunas del Chocó como región periférica y aislada hasta hoy.

Se puede empezar con la época colonial a fines del siglo XVIII. Lo que existe es una sociedad netamente esclavista, creada y mantenida con el propósito único de saquear la riqueza aurífera de la región1. Según el censo de 1778, la población se conformaba así: blancos, el 12%; indios, el 37%; libres, el 22%; y esclavos, el 39% (Pérez Ayala, 1951). Los blancos eran una pequeña minoría integrada por mineros, oficiales administrativos y algunos pocos sacerdotes. La mayoría de los dueños de minas vivían fuera de la región, muchos en Popayán. Los indígenas vivían apartados de los pueblos de la sociedad colonial, pero su fuerza de trabajo estaba explotada para la construcción de la vivienda, los acueductos y las canoas, y para el cultivo de la comida para los campamentos mineros. Los esclavos trabajaban en la minería y en el cultivo de comida, organizados en grandes cuadrillas con el 90% de ellos en cuadrillas de más de 30 esclavos (Sharp 1976).

Los libres, principalmente negros y mulatos, estaban poco integrados en la sociedad colonial. No había mucha demanda para mano de obra libre y aunque los libres cultivaban cosechas que se vendían a los pueblos y los campamentos mineros, estos vínculos comerciales no significaban un alto grado de integración. En un informe al rey en 1801, Carlos de Ciaurriz escribió:

"la situación de lo interior de estas montañas [del Chocó] no tiene otro recurso que el de las vegas que hay distantes unas de otras en la longitud de los ríos; en ellas residen precisamente dispersos los mulatos, zambos y negros libres de dichos partidos para cultivar y subsistir [..,] y haciendo comercio, proporcionando a sus cosechas con los mineros y los pueblos y con las gentes de otros ríos" (citado en Ortega 1954: 276).

Con todo, el Chocó nunca avanzó más allá de ser "una frontera minera en los márgenes de los centros del comercio, educación y autoridad que se desarrollaban en la Nueva Granada" (Sharp, 1976: 3). En su Relación del Chocó de 1780, Juan Jiménez Donoso comentó que "el comercio interior... es muy corto [...] solamente el oro, única materia comerciable que hay, y con ella se proveen de cuanto han menester, estando por esta razón ricos los lugares circunvecinos y miserables los del Chocó" (citado en Ortega 1954: 224). Visitando el Chocó en los años 1820, el francés Mollien se sorprendió al ver que el oro se encontraba doquiera, pero que "en medio de toda esta riqueza, el hombre es pobre y miserable" (1824: 304). Igualmente, el viajero inglés, Charles Cochrane, encontró que Nóvita era "un pueblo miserable", calificando a Quibdó también como "un lugar miserable" (1825: 11,417,441).

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